Los maestros de dolor son necesarios para nuestro crecimiento personal. Son los que se meten en nuestro corazón y luego se van para enseñarnos a valorar y agradecer, son los que nos ponen a prueba para luego fortalecernos, los que sin saberlo, dejan a su paso miles de aprendizajes de vida y de herramientas para ser cada día mejor.
Son personas que aunque al inicio duelen, llegan a nuestra vida con diversos propósitos y en medio de ese dolor, nos enseñan a renacer.
En muchas ocasiones, sentimos que estos maestros llegaron a nuestra vida a hacernos mal y no es así. Con los maestros de dolor aprendemos a ser más fuertes, aprendemos el valor de la amistad, o de la familia, aprendemos a amarnos más, a poner límites, a disfrutar y a ser más felices.
Cada uno es necesario en nuestro proceso espiritual y hacen parte fundamental de nuestro crecimiento y evolución. Recibir con amor a cada maestro de dolor, nos permite no solo sentir y vivir lo que el universo tiene preparado para nosotros, sino también, tomar cada situación con gratitud, desde el respeto y la compresión a nosotros mismos.
También somos y hemos sido maestros de dolor para los demás, sin saberlo, el universo nos pone en la vida de alguien con un propósito específico y ese propósito puede ser enseñar a través del dolor.
Cuando recibimos cada aprendizaje con gratitud y amor, vivimos una vida más tranquila y en paz.
Escrito por: Sara Manuela Castrillón Ossa
